CONTINUAMOS CON NUESTRA "MANÍA" DE
PROMOVER EL EJERCICIO DE PENSAR
Desde que comenzamos, hace algún tiempo, a publicar los artículos que nos hace llegar Soren, destacamos lo importante de leer y pensar con ánimo de profundizar respecto de cuestiones un poco más importantes en relación con nuestra profesión. Es importante. Pensar y repensar acerca del "como" o "porque" de las cosas, nos permite desarrollar nuevas ideas.
En este caso, el artículo siguiente, siempre fundamentado en el pensamiento del General Perón, se eleva para reflexionar sobre la Autoridad.
Como se construye la indispensable autoridad y sobre que y a partir de donde, para que sea genuina y legítima.
Y si... hay que leer...
Construyendo autoridad
“Ningún sacrificio es demasiado
Cuando se trata del destino común en el que
Nuestra responsabilidad está empeñada”
Juan Domingo Perón
A menudo, y con mayor frecuencia de la que imaginamos, nos encontramos ante situaciones que exigen de nosotros el ejercicio de la autoridad.
En parte, debido a los tiempos que corren, en los cuales lo sustancial pareciera encontrarse en profunda desventaja ante lo efímero , es que automatizamos estos procesos de modo tal que pareciera que los mismos no ocurrieran en realidad.
Pero este ejercicio de la autoridad, que se efectúa desde acontecimientos cotidianos y sin relevancia hasta situaciones que nos definen como Profesionales y sobre todo como personas, encierra diversos modos de concebir nuestra actividad.
Podemos hablar de una autoridad “racional”, basada en la capacidad, y en una autoridad “irracional”, basada en la fuerza y en la imposición.
A la vez, cada una de estas vertientes se identifica con los siguientes conceptos: Tener autoridad o Ser autoridad.
En cuanto al tener autoridad, su sinónimo será la autoridad irracional, mientras que la autoridad racional lo será del Ser autoridad.
Ahora bien, podríamos preguntarnos: ¿Estas diversas formas de concebir la autoridad tienen vinculación alguna con el ejercicio de nuestra Profesión? , Y más aún, ¿ ambas maneras de concebir la autoridad encierran formas de concebir nuestra Profesión?, ¿Encierran visiones antagónicas de nuestra Profesión?.
Sostenemos que en estas irreconciliables perspectivas encontramos directrices que nos orientan hacia diferentes visiones de lo que entendemos que es Ser Guardavidas.
Sobre estas perspectivas y sobre qué implicancias tienen con respecto a nuestra actuación como Profesionales que velan por el bienestar de los demás es de lo que trata el siguiente artículo.
Abordando nuestra Profesión, debemos concebir dos dimensiones intrínsecas a la autoridad:
-La dimensión de ejercer la autoridad (Emisor)
-La dimensión de recepción de la autoridad (Receptor).
Los interrogantes que se nos plantean desde estas perspectivas, podrían enmarcarse en las siguientes concepciones:
-Como Guardavidas nos situamos en la posición de emisores de autoridad. No hay en la zona balnearia o en el natatorio portadores de mayor legitimidad en cuanto a la seguridad de los presentes. Así, encontramos que ejercemos autoridad ante diversos acontecimientos:
- La Prevención como práctica constante, manifestándose de forma clara y segura. Si bien esto no deja de estar vinculado a las particularidades de cada zona vigilada, encontramos el rasgo común de que transmitiendo seguridad, incontables situaciones de complejidad pueden alivianarse en cuanto a su posterior resolución (tal es el caso de no generar presión o ansiedad sobre los asistentes cercanos a zonas de riesgo, sino de brindar la seguridad de que se actuará rápidamente solo en caso de necesidad)
- La toma de decisiones concretas, enmarcadas en un trabajo grupal del que formamos parte y en el cual nuestra intervención tendrá implicancia directa en el resultado del plan previsto: salvaguardar vidas humanas.
Un concepto fundamental para comprender la dimensión real de la autoridad es el de “capacidad”.
¿A que denominamos capacidad?, ¿desarrollar con éxito reiterado una tarea nos hace capaces?, ¿nos asegura la continuidad de aquellos resultados deseados?
En primer lugar, afirmamos que en un equipo de trabajo, la combinatoria de capacidades conforma una autoridad colectiva. Basar la autoridad en la capacidad aplicada (esto es, capacidad en un campo específico de acción), puede brindar un aspecto reducido de nuestra Profesión.
Entendemos que la autoridad debe basarse en capacidades combinadas. Esto es, que deben contemplar diversos campos de acción. Esto se logra en forma conjunta, ya que el desarrollo de las mismas depende profundamente de una constante revisión.
Abordando el modo de Tener autoridad, es que encontramos que la misma se vuelve un objeto, se vuelve una posesión que nos aleja de nuestro entorno y nos coloca en una instancia de superioridad circunstancial.
En la misma, encontramos la denominada “alienación de la autoridad”, en dónde la capacidad sobre la cual se basa tal autoridad (de tipo circunstancial) es transferida de modo simbólico al uniforme de quien lo porta.
Aquí, la autoridad cobra dimensión y entidad como un elemento ajeno a nosotros mismos y nos vemos amenazados constantemente ante su inminente disolución. Sospechamos de su carácter temporal, pero nos auto convencemos de que siempre seremos capaces de retenerla, y ante todo, de ejercerla.
Podríamos transferirlo hacia nuestra actividad, en la equivocada concepción de que ya poseemos el conocimiento total para ejercerla de manera óptima. En pocas profesiones como la nuestra, entiendo que el ejercicio integral de la autoridad se vuelve un aspecto de insustituible relevancia, sobre todo tomando en consideración que la misma contiene aspectos que resultarían atractivos a un número significativo de personas.
Entre estos aspectos, se encuentra el hecho de que la misma se desarrolla en un contexto natural de semejante atractivo, que es el sitio elegido por un sinfín de personas para fines recreativos. A la vez, el situarse físicamente desde una ubicación superior al resto de los asistentes al lugar, brinda una jerarquización que pude dar lugar a sobre estimaciones personales. Por otro lado, la capacidad de contar con herramientas (físicas e intelectuales) para accionar en un medio adverso como el mar, resulta un atrayente concreto.
Entendemos que así, la autoridad se confiere a nuestro uniforme, a nuestro mero rótulo. Así, Guardavidas se vuelve sólo una leyenda escrita en nuestro traje de baño o en nuestra campera. Nos percibimos como auto suficientes, como individuos realizados. Si la gente nos observa, si tengo las cualidades, si tengo acertadas acciones cuando debo intervenir, y si esas intervenciones ocurren en circunstancias adversas , entonces, ya nada debo aprender. Lo dice la gente, lo digo Yo y lo dice mi ropa. Soy Guardavidas. Tengo autoridad. Sostengo que aquí caemos en una profunda equivocación. Desde aquí, sólo nos resta comenzar a ver la cadena continuada de errores que un individuo auto engañado suele experimentar. Con el agravante de que tales errores conllevan el riesgo de vidas ajenas.
Una perspectiva mejor
Desde otra perspectiva, tenemos la Construcción de la autoridad. La misma remite a una búsqueda constante, a un crecimiento y a una sed de conocimiento continuada.
La autoridad no se vuelve un objeto, no se transforma en una cosa más. No es algo que puedo perder o ganar como un trofeo. Sobre todo, no es algo circunstancial, sino que se entiende como la construcción diaria que requiere de nosotros el entender a la Profesión como un servicio que requiere lo mejor que podamos ofrecer.
Perón afirma: “Los jóvenes que no sienten esa responsabilidad o que se desentienden egoístas del deber de la hora que les toca vivir, no merecen ni merecerán nunca pertenecer a la generación de los liberadores que deben tomar el mando en la historia de nuestros días”.
Aquí, la autoridad es el espejo de una personalidad que crece, que ha conseguido un nivel de desarrollo tal, que la autoridad es irradiada. No es pretendida la autoridad, sino que se vuelve la consecuencia de sólidos principios sostenidos en el tiempo.
Nuestra autoridad se enmarca dentro de una concepción racional de la misma, se basa en la capacidad y sobre todo, en la búsqueda. Esta búsqueda es indiscriminada, tomando en consideración todo lo que nos permita crecer como Guardavidas.
Esta concepción de la autoridad tiene su base en la motivación permanente, y podemos encontrarla en la siguiente afirmación de Perón: “Así como no nace el hombre que escape a su destino, no debiera nacer el que no tenga una causa noble por la cual luchar, justificando así su paso por la tierra”.
Hemos presentado dos formas antagónicas de concebir a la autoridad y por ende a nuestra Profesión. También hemos afirmado que entendemos como óptima la autoridad como Construcción y no como posesión.
Sostenemos que la autoridad entendida como una construcción diaria contiene una interesante perspectiva sobre lo que significa Ser Guardavidas, alejándonos del egocentrismo, el facilismo y el conformismo.
A la vez, nos exige en forma constante, pero no desde una dimensión individual, sino concibiendo al Guardavidas como un Profesional que no precisa del ejercicio de una autoridad basada en lo efímero de los logros personales.
También afirmamos que la autoridad basada en capacidades combinadas es superadora de la capacidad aplicada, la cual brinda una sesgada visión de nuestra Profesión, reduciendo la misma a la mera adquisición de ciertas habilidades.
Sostenemos que concibiendo a la autoridad como una Construcción, como un proceso constante, es que la misma se vuelve un desafío, no solo individual, sino sobre todo colectivo.
A la vez, definimos a la autoridad como posesión como una desviación, como una visión reducida de nuestra Profesión. Como todo acontecimiento, encuentra sus bases en el momento histórico en que se desarrolla.
Con notable claridad, Perón afirma: “El tiempo comienza a trabajar en contra porque ningún problema termina donde comienza. Este no es problema de fuerza como algunos piensan, sino de razón y de habilidad”.