La inmensa generosidad del General Perón y de Evita nunca conoció de límites físicos, ideológicos ni de ningún tipo para brindarse como un caluroso refugio a quien lo necesitara. Éste es el caso de la invalorable ayuda que enviaron en el año 1949 a 600 niños carenciados de Washington, constando la misma en ropa de abrigo y calzado de fabricación en nuestro país. El inmenso gesto de amor no fue bien recibido por Truman, quien se aprestaba a asumir la presidencia. Claro está que quien se oponía a tal abrazo fraternal entre los pueblos, era quien no dudó en arrojar sendas bombas atómicas sobre la población indefensa de Japón, llevando adelante un acto de atrocidad sin precedentes.
La donación partió desde la fundación "Eva Perón" y fue recibida en la "Childrens Aid Society", una entidad caritativa situada en los alrededores de Washington. Ante la fría respuesta del gobierno estadounidense, la prensa internacional no dudó en afirmar que "se intentaba ocultar la pobreza dentro de los Estados Unidos de Norteamérica". Desde la institución de caridad, partió una calurosa carta hacia el General Perón y Evita, en la que se remarcaba, entre profundos agradecimientos, que "entendemos ante esta evidencia, el deseo de Eva Perón de que toda América viva y trabaje unida para bien de su pueblo, y esta contribución para los niños necesitados está por encima de toda diferencia internacional de opinión politica".
Recordamos con todo cariño peronista, un nuevo e invalorable gesto de amor y unidad que nos enseñan el General y Eva. Llevamos en nuestros corazones, con el orgullo de sentirnos Peronistas, el legado de que "Los únicos privilegiados son los niños".
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